jueves, 29 de enero de 2009

Ir de Compras a Lidl

Final de mes. Vas jodido de pasta. De hecho te quedan máximo 30 euros para acabar la última semana y media del mes. A todos nos ha pasado. Que cojones, a veces te quedan 30 euros para pasar el mes el mismo día 15. ¿Que hacer en tales circunstancias? Ya no puedes tomarte el café en el bar de abajo ni comprar el diario. No puedes ir de fiesta ni tomarte una caña con la basca. Es una mierda, pero tienes que comer por cojones porque sino la palmas. Entonces, ¿cuál es la solución? El LIDL.
Bueno, haceros a la idea de que estáis jodidos de pasta. No mal de pasta, sino que jodidos. Tenéis 20 euros para hacer la compra de dos semanas y decidís que la única opción para poder comer por ese dinero durante 10 días es ese supermercado alemán de los cojones con un puto nombre impronunciable. Nada más entrar tenéis la sensación de que os encontráis en una puta cárcel. Suelo sucio, iluminación de mierda y unas puertas de entrada que más bien parecen celdas de una manicomio. Entras y llegas a la fantástica sección de zumos. Hay zumos de todo tipo. Cartones de zumo de 2 litros que no pasan de medio euro. Zumos de medio pelo. Son baratos baratos y decides comprar dos tetras de zumo de naranja que están tirados encima de un palé roñoso. Pasas los zumos y llegas la sección de birras. Latas de birra a 20 centimos que compras de 10 en 10 porque de golpe el dinero da igual. Si todo baja de los 50 centimos puedes llenar el carro sin tener la sensación de que gastes.
Pero de golpe empieza el mal rollo. Después de llenar el carro de flanes y yogures de poca monta y verdura de baja estofa ves que algo va mal y es que deja de haber comida. Vas con el carro a reventar de mierda y te encuentras que ese super que vendía comida también vende otras cosas. Cosas rarísimas como...como una zodiac a 500 euros. Si, una PUTA ZODIAC a 495 euros. Luego veo balones de fútbol, antenas de televisión, calcetines...Eso sí. Al estilo Lidl. Todo desordenado, mezclado o en el puto suelo. O, como no, encima de un sucio palé. Pero somos tan gilipoyas que decidimos comprar una de esas mierdas.
La cosa es que llegas a la caja, en donde hay 20 personas. O son peña que va mal de pasta o son rancios con pasta. De golpe veo que todos comienzan a sacar bolsas de otros supermercados e incluso cajas de cartón. Todos parecen estar locos de remate. Después de media hora llega mi turno y me atiende un cajero con pinta de expresidiario. Me atiende con el mismo tacto con el que Arnold Schuachenguer tortura a un terrorista islámico que ha matado a...ponle 1.000.000 de americanos. El muy hijo de puta va pasando mis productos por la caja y me doy cuenta de que no hay prácticamente espacio para poner todo lo que he comprado. Yo, que no tenía ni puta idea de que no daban bolsas, le pido bolsas y me dice que cada bolsa vale 3 céntimos. Le digo que me de bolsas. Me mira con mala cara y ni siquiera me ayuda a guardar mis productos en las dichosas bolsas. En lugar de eso se dedica a cobrar al siguiente cliente que trae las bolsas de casa. Yo, como un cabrón desesperado guardo mis cosas en las bolsas mientras los productos del anterior cliente se mezclan se mezclan con los míos. El cajero me mira mal. El cliente que va detrás mío me mira mal. Yo estoy puteado y con 3 putas bolsas a reventar. Me voy del puto Lidl y me prometo no volver a estar mal de pasta en por lo menos un mes.

1 comentario:

N. Black dijo...

Ya hacía tiempo que no me pasaba por aquí... La verdad es que me has hecho reir a carcajadas pequeño bastardo... ¿por qué no te planteas un estudio antropológico del hábito de ir de compras? Próxima parada el metadona, el condis o el spar o como se llamen. ¡A consumir, cabrones!

Un saludo del "tito serranito".