viernes, 15 de mayo de 2009

Bares y Chinos

Hace dos años tenía un empleo de medio pelo como teleoperador en un lugar cercano a la Plaça del Centre de Barcelona. Dado que se trataba de un trabajo bastante aburridete y repetitivo, aprovechaba cada descanso que me daban para bajar a un bar, tomarme algo y leer El Mundo Deportivo para ejercitar a mis dos neuronas. El bar se llamaba "Pa i Tomàquet" y evidentemente lo regentaba un barman de la vieja escuela que pongamos que se llamaba Pepe. Pepe era un tipo de puta madre. Nada más llegar leía mis ojos y me servía lo que quería sin que yo le dijera nada. Así da gusto ir a un bar. Si me veía con sueño, me servía un café. Si me veía hasta los huevos de atender llamadas, una cerveza bien fría. Era su trabajo y lo hacía mejor que nadie.

Un lunes cualquiera de mediados de Julio entré al bar en busca de mi café y mi dosis de Mundo Deportivo. Pero Pepe ya no estaba. Me encontré con un chino detrás de la barra que no tenía ni jota de hablar el castellano, ni el catalán ni el puto esperanto. Le pedí un cortado. Se gira, no dice nada, hace el café y me lo da. Luego teclea en la máquina el precio, lo señala y yo le pago. Luego se va a atender a un nuevo cliente. Me tomo el café, leo que el Barça a fichado a Henry y me meto en la oficina. Estaba triste. Pepe se había ido. Ahora mi camarero era Mao, o To o como coño se llamase.


La cosa es que ese mismo día decidí cambiar de bar. No me considero un racista, de hecho soy todo lo contrario. Solo que algo tan de aquí como un bar no puede estar regentado por un chino. Los badulaques son cosa de los paquis, los bazares de los chinos, las inmobiliarias de los vampiros...pero el bar es de la gente de aquí. El que conoce tu barrio, el que conoce a todos sus clientes desde antes que se casaran, el que sabe todo de las dos manzanas a la redonda. Ese es el dueño de un bar. Más que un mero camarero, es un portador de sabiduría cotidiana. Un moderador en las discusiones, una persona al servicio del bienestar de las personas que viven en su manzana, un guía espirtual siempre con una gran historia que contar.


Nada más pasarme esto, llamé a un amigo para quien los bares también son un punto escencial en su vida. Le conté lo del chino en el bar y no pareció sorprenderle. De hecho me dijo que un amigo fue a un bar de Gavá también regentado por chinos, y pidió un bocadillo de fuet. El chino le preguntó que qué era el fuet. Y el colega le señaló que fuet era aquello que tenía colgado a su espalda, al lado del escudo del Betis. El chino tenía un bar en Gavá (de población de mayoría andaluza) y no sabía ni lo que era el fuet y seguro que desconocía lo que era el Betis. Algo no cuadraba en mi cabeza y seguramente en la de mucha gente. Los bares, el gran atractivo de este país, se veían conquistados por los chinos. ´


Un día me mudé a Barcelona. Cosas de la vida, los dos bares de la zona estaban regentados aún por nativos. Uno de los bares era el Bastión madridista del barrio, el otro un bar pequeño y alargado con puertas de aluminio y extractor de ventilador en la entrada. No pasaron ni dos meses cuando el bar de los madridistas fue comprado por un chino. Al principio yo solo iba al bar pequeño y alargado hasta que un día me aventuré a saber como se la manejaba el chino. Fui a su bar y desde entonces me he vuelto un auténtico fan. Su nombre es San Yun y os aseguro que es el mejor barman que he conocido en mi vida. Parece haber estado estudiando nuestras costumbres durante más de cuatro años y ha conseguido convertirse en el guardián de mi manzana. Me regala cervezas, me reserva mesa cuando hay partido, me da olivas con la bebida, y lo que es más importante, me trae El Mundo Deportivo a la mesa junto con el café porque sabe que mis dos neuronas aún están dormidas.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Ser Perico en Barcelona

Lo de ser perico es jodido. La primera pregunta que me hago para intentar comprender mi condición de subespecie futbolística es la siguiente: ¿cuando decidí ser perico?

La mayoría de los aficionados del R.C.D. Espanyol son fruto de la tradición y la familia. Mi caso es bien distinto. Siempre he defendido a los segundones. Siempre preferí aRobin antes que a Batman, a Krilin antes que a Goku, a Denis Rodman antes que a Micheal Jordan o a Micheal Chang antes que a Pete Sampras. Los segundones me caen bien. Nadie les hace ni puto caso pero a mi me chiflan. Y si os digo la verdad, no tengo ni puta idea de porqué me pasa esto. Mi familia suda del Espanyol, del Barça y de todo lo que tiene que ver con el fútbol. Pero cuando eres pequeño y te dan a elegir entre los dos equipos de tu ciudad, en mi caso Barça y Espanyol, yo me decanté por el segundo, es decir, el segundón. 

¿Que significa ser del Espanyol? En primer lugar, un enorme sufridor. Un sufridor de cojones. Siempre a medio camino entre la UEFA y el descenso (en el Espanyol nunca hay términos medios), el aficionado del Espanyol nunca sabe lo que se va encontrar en la próxima temporada. O puede ser un año en donde se gana una Copa del Rey, se llega a la final de la UEFA y encima acabas sexto en la liga...o puede ser un año en donde te pases media puta liga en la puta última posición para acabar salvándote en las dos (putas) últimas jornadas. El Espanyol no entiende de términos medios. O mal o bien. O UEFA o permanencia. Un equipo que se basa un extraño código binario que nos puede llevar del éxtasis más absoluto a la decepción más grande. Y eso me gusta.

Ser perico en Barcelona es jodido. Yo no soy de ir al campo más que nada porque no tengo mucho dinero. Pero lo que sí que me puedo permitir es ir a un bar a ver el fútbol en caso de que no lo televisen en abierto. El problema radica en el hecho de encontrar un maldito bar que se digne a comprar un partido del Espanyol en el "pei per viu". Puedes patearte la ciudad de Sants a Meridiana que te juro que vas a sudar sangre para encontrar un puñetero Bar que emita un partido de tu equipo. El único partido del Espanyol que se puede ver en un bar es el que juega con el Barça de los cojones. Y encima en el bar no hay más que enemigos que se burlan de nuestra honrosa condición de pericos y de su obsesión por "cocinarnos" en una cazuela. 

Ser perico es jodido, pero mola. Porque sufrir mola. Y cuando sufres tanto, las alegrías son mejores que ganar la champions una vez cada tres años.

Ale!

viernes, 8 de mayo de 2009

Sobre el Facebook

Hola queridos lectores, si es que tengo. Hoy voy a tocar el delicado tema del facebook, su función en nuestras vidas y su grandiosa utilidad para hacernos mejores personas.
En primer lugar, decir que el facebook es como cualquier otra droga. Una vez te metes comienza un camino que te lleva directamente a lo que yo denomino la "perdición temporal". ¿Que cojones quiero decir con "perdición temporal"? Pues básicamente a perder el tiempo de un modo absurdo e inútil. No hay más.
¿Para que me conecto al facebook? Pues no lo sé. Básicamente para hacer el imbécil. ¿Reencontrarme con viejos amigos del cole? No, gracias. Ya los conservo. Una puta página web no va hacer que me vaya a cenar con el pelado que odiaba en mi juventud. Lo seguiré odiando hasta el final de los días. Facebook, no me hagas dar un paso atrás en la vida. Te lo pido.
El facebook permite que sepas todo lo que hacen los demás y que los demás sepan lo idiota que eres. Sí, gracias al facebook sabes quien se va de fiesta con quien, quien conoce a quien y la puta madre que les parió. El facebook es un mundo idílico en donde puedes llegar a saber con quien a quedado quien e incluso sabes cuales son los tíos que escriben en el facebook de la tía que te quieres ligar.
Todo en facebook es bonito, idílico y adictivo. La gran droga cibernética del s.XXI.