martes, 25 de diciembre de 2007

Bola Ocho

El cómic underground americano estaba francamente necesitado de genios durante la década de los ochenta. El único dibujante que seguía manteniendo la compostura era sin duda Robert Crumb mientras que sus compañeros generacionales como Gilbert Shelton (“Freak Brothers”) contínuaban viviendo mentalmente en la década de los sesenta. Y es que mientras el bueno de Crumb dejó de hablar sobre desgraciados como él que se dedicaban a follarse sucias hippis, Shelton y compañía continuaban hablando de porreros, pacificistas y greñundos en una época en donde lo que estaba de moda eran grupos como Poison o Ratt en detrimento de los pobres Mammas and the Pappas o Simon y Poyunkel.
El cómic underground americano estaba pasando por lo que se dice un mal momento. Se trataba de obras que, salvo contadas ocasiones, caían en el exceso (que de hecho es lo que mola) sin ningún tipo de sentido. Fue en esa epoca en la que aparecieron dos tipos macanudos que con sus sarcásticos retratos de la sociedad americana consiguieron de alguna manera que el cómic underground norteamericano volviera a flote, o por lo menos, a que volviera a tener sentido. Porque una cosa esta clara: si por algo se ha caracterizado este “movimiento” (por llamarlo de algun modo) es porque no ha dejado de reírse y de caricaturizar a la sociedad enferma en la que vivimos.
Hablar del Bola Ocho es hablar de uno de los cómics insignia del underground contemporáneo (entendiendo por contemporáneo la década de los 90 y la actual) Y Comentar un cómic-book como este lo veo como una tarea dificilísima dada la gran cantidad de historietas, personajes y demás aspectos que aparecen con lo que haré una especie de resumen de lo que, según mi parecer son los mejores y más recomendables momentos de esta magna obra gráfica.

Art Confidential School

“Art Confidential School” aparece en el Bola Ocho Nº 10 de la Edición española y se podría considerar como un rápido y cómico repaso de los años de Daniel Clowes en la escuela de Bellas Artes en la que estudió. Clowes, que se matriculó en Bellas Artes en Nueva York en los años ochenta describe la clase de personajes que se pueden encontrar en una escuela de este tipo. Desde jóvenes snobs neuróticas a heavys “bocata de chorizo en mano”, pasando por profesores con ganas de follarse ha alguna alumna, vagabundos que hacen de modelo hasta chavales que solo quieren aprender a dibujar para hacer cómics, como el protagonista de la historia. Hace poco hicieron la película y, aunque este bien y sea divertidilla, os recomiendo leer el cómic.

Lloyd Llewellyn

Lloyd Llewellyn es quizá el gran protagonista de Bola Ocho, o por lo menos, el que más apariciones tiene. Se trata de un patoso detective privado que poco tiene en común con Sam Spade o Philip Marlowe. Más bién todo lo contrario. Lo único que tiene en común con ellos dos es su afición por la bebida y la mala vida. Por lo demás tiene tanto de detective privado como Elvis Presley de butanero. Casi nunca tiene casos y cuando los tiene siempre fracasa o le acaba pasando algo raro como perderse en medio del desierto o ver como su pasta de dientes se convierte de golpe en un mutante radioactivo.

Traje Azul italiano de Mierda

Este es sin duda una de las obras que más recomiendo de Clowes y sirve como ejemplo de esa vertiente a medio camino entre lo dramático y lo estrictamente cruel y sarcástico que tienen tantas de sus historietas. Este en particular es una suerte de autobiografía en donde narra los primeros días de un chaval de 18 años en la gran ciudad y su obsesión por hechar un polvo. Leedlo porque realmente vale la pena.

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